18.30. Javi, Ibon y yo ya estamos en el Tamariz, uno de los muchos restaurantes de la ilha. En teoría faltaban por llegar otros 4 o 5 para ver el partido, pero en estas que empieza a llegar gente sin parar, a muchos de los cuales no conocía más que de vista. A la hora de comienzo del partido podemos ser unos 40. Javi aguantando estoicamente semejante demostración de orgullo patrio, porra cerrada y balón en juego.
Pero antes de seguir, un poco historia. Todo este fervor actual por la roja, apelativo que recupero el sabio de hortaleza, comenzó precisamente hace dos años, cuando tras repetidas decepciones, la selección por fin encontró un estilo de juego propio, que se basaba en poner a jugar muchos centrocampistas del mismo corte, pequeñitos y con mucha calidad. Mucho toque, posesión de balón y aburrir al rival. Con ese estilo tan vistoso ganamos la Eurocopa, y llegamos al actual mundial con algo así como 22 de 23 partidos ganados en estos dos años. Y con ese estilo iniciamos el mundial. Sin embargo, el primer partido se nos atraganta, y un equipo rocoso, como ahora se llaman a los equipos más malos que el hambre, como Suiza nos gana con un gol de churro, y tras fallar varias ocasiones claras. Y con estas nos presentamos al 2º partido con la obligación de ganar. De ganar a Honduras todo sea dicho. Y he aquí cuando el señor Del Bosque, en vez de hacer quizás un pequeño retoque (Por Dios!!!! Soy el único que ve que sobra un medio centro, Alonso o Busquets me da igual, y que Cesc tiene que ser titular si o si), pues no, se carga estos dos años, quita a Silva e Iniesta (lesionado ya lo se!), y pasamos a jugar a otra cosa. 3 medios centros, un extremo y 2 delanteros. ¿Dónde estaban los centrocampistas ofensivos?
Empieza el partido, y he de reconocerlo, yo ya estoy con la mosca detrás de la oreja. Mis temores se confirman rápido. España no sabe a que juega, y con el que sin ningún tipo de problema podría competir por ser la peor selección de la historia de los mundiales, nos limitamos al muy triste ¡balones a Navas! (que sin ser un mal jugador, le falta bastante recorrido para ser titular en la selección). El guión se repite una y otra vez, el señor Xavi baja a por el balón, al sitio donde siempre jugó, y cuando se da la vuelta resulta que el panorama es el siguiente: por detrás le quedan Xabi y Busquets, y por delante o bien se la da en larga a los delanteros o ¡balones a Navas! Resultado, partido esperpéntico en el que ciertamente podríamos haber metido 15 goles. Y ganamos? Pues sí ganamos. Y aún podemos ser primeros? Pues sí aún. Pero a mi no me vale.
Y con estas pues la verdad es que todo mi optimismo anterior se transforma en decepción y pesimismo. Y mientras mi cabeza me dice que jugando así no vamos a ningún lado, que difícilmente le ganemos a Chile y menos a un equipo de nivel; mi corazón, por el contrario, dice que bueno, quizás en el siguiente partido volvamos a nuestro estilo, o en cualquier caso, si Italia lleva 4 mundiales sin jugar al futbol, pues a lo mejor nosotros también podemos ganar de aquella manera (no me lo creo ni yo).
Y hasta aquí mis pensamientos en alto de esta noche. Mañana será otro día.
Pero antes de seguir, un poco historia. Todo este fervor actual por la roja, apelativo que recupero el sabio de hortaleza, comenzó precisamente hace dos años, cuando tras repetidas decepciones, la selección por fin encontró un estilo de juego propio, que se basaba en poner a jugar muchos centrocampistas del mismo corte, pequeñitos y con mucha calidad. Mucho toque, posesión de balón y aburrir al rival. Con ese estilo tan vistoso ganamos la Eurocopa, y llegamos al actual mundial con algo así como 22 de 23 partidos ganados en estos dos años. Y con ese estilo iniciamos el mundial. Sin embargo, el primer partido se nos atraganta, y un equipo rocoso, como ahora se llaman a los equipos más malos que el hambre, como Suiza nos gana con un gol de churro, y tras fallar varias ocasiones claras. Y con estas nos presentamos al 2º partido con la obligación de ganar. De ganar a Honduras todo sea dicho. Y he aquí cuando el señor Del Bosque, en vez de hacer quizás un pequeño retoque (Por Dios!!!! Soy el único que ve que sobra un medio centro, Alonso o Busquets me da igual, y que Cesc tiene que ser titular si o si), pues no, se carga estos dos años, quita a Silva e Iniesta (lesionado ya lo se!), y pasamos a jugar a otra cosa. 3 medios centros, un extremo y 2 delanteros. ¿Dónde estaban los centrocampistas ofensivos?
Empieza el partido, y he de reconocerlo, yo ya estoy con la mosca detrás de la oreja. Mis temores se confirman rápido. España no sabe a que juega, y con el que sin ningún tipo de problema podría competir por ser la peor selección de la historia de los mundiales, nos limitamos al muy triste ¡balones a Navas! (que sin ser un mal jugador, le falta bastante recorrido para ser titular en la selección). El guión se repite una y otra vez, el señor Xavi baja a por el balón, al sitio donde siempre jugó, y cuando se da la vuelta resulta que el panorama es el siguiente: por detrás le quedan Xabi y Busquets, y por delante o bien se la da en larga a los delanteros o ¡balones a Navas! Resultado, partido esperpéntico en el que ciertamente podríamos haber metido 15 goles. Y ganamos? Pues sí ganamos. Y aún podemos ser primeros? Pues sí aún. Pero a mi no me vale.
Y con estas pues la verdad es que todo mi optimismo anterior se transforma en decepción y pesimismo. Y mientras mi cabeza me dice que jugando así no vamos a ningún lado, que difícilmente le ganemos a Chile y menos a un equipo de nivel; mi corazón, por el contrario, dice que bueno, quizás en el siguiente partido volvamos a nuestro estilo, o en cualquier caso, si Italia lleva 4 mundiales sin jugar al futbol, pues a lo mejor nosotros también podemos ganar de aquella manera (no me lo creo ni yo).
Y hasta aquí mis pensamientos en alto de esta noche. Mañana será otro día.
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